matemáticamente , noticias Jueves, 8 septiembre 2016

Un elogio a la bipolaridad

Nos acostamos un jueves con el ánimo por los suelos y nos despertamos un miércoles engañados por la euforia. Esa fue la participación de la selección en esta fecha doble de eliminatorias: un viaje relámpago desde las profundidades de la miseria hasta la cima del convencimiento. Del infierno al cielo en cinco días, un elogio a la bipolaridad.

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Imagen: El Comercio de Ecuador

Eso ha sido Perú en esta semana de fútbol continental y también en los últimos diez o quince años, en los que no hemos sido capaces de encadenar dos triunfos consecutivos en una jornada doble. La selección peruana es el paradigma de la irregularidad, la representación perfecta, quizás, de un país que crece dando tumbos y tropezándose consigo mismo.

Había que tardarse un par de días en analizar este partido porque la euforia del día siguiente es demasiado poderosa y tiende a nublar el juicio. Los medios de comunicación, como siempre, dieron en el clavo: de pronto renacimos y estamos a tiro de la Copa del Mundo. Nada más falso. La selección demostró, eso sí, que tiene con qué ser un equipo decente y luchador, pero poco más.

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Imagen: Facebook Trome

Gareca presentó un equipo limitado que hizo un trabajo por encima de las expectativas. Quien esperara algo más de esos jugadores es porque no los había visto jugar en su vida. Y eso es un mérito de ellos, en primera instancia, y del entrenador, en segundo lugar, porque su trabajo es precisamente el de sacar lo mejor del material humano con el que cuenta.

Pero ese parece ser el límite de este grupo. Si es que Gareca sigue insistiendo en separar del plantel a Advíncula, Carrillo, Zambrano, Ascues y Farfán, no hay mucho más que estos jugadores puedan hacer. Salvo Flores, Tapia, Cueva y Traúco, no parece haber demasiado con qué entusiasmarse de cara a un futuro cercano. Benavente ha mostrado tener talento pero su crecimiento en estos años se ha estancado, lo mismo que Andy Polo. Paolo sigue en lo suyo pero el tiempo no lo ayuda. Es por eso que volver a contar con una buena parte de la columna vertebral del equipo es indispensable si queremos mantener una mínima esperanza de competir, no ya de ir a Rusia.

Quedan todavía diez partidos y lo mínimo que deberíamos exigir al equipo es que siga en la pelea. Para lo cual no podemos prescindir de los pocos futbolistas consolidados que tenemos. Habrá que saber perdonar alguna indisciplina o comprender que, aún sin demasiado ritmo de competencia, Farfán o Carrillo siguen estando por encima de sus suplentes. Y si hubiera un lateral derecho interesante estaría bien dejar de llamar a Advíncula, pero de sólo imaginar a Corzo marcando a Di María o a Alexis…

Ha sido una fecha que, una vez más, nos ha mostrado a una selección bipolar, paradójica e inconsistente. Está en sus manos –y sobre todo en las de su entrenador- romper con esa tendencia. En el mes que queda para la siguiente fecha hay que repensar algunas cosas y cambiar decisiones. Si eso sucede, podríamos tener el derecho a ilusionarnos. Por ahora sólo se ha demostrado que somos lo mismo de siempre.