matemáticamente Miércoles, 2 abril 2014

¿Puede un trámite ante Sunarp salvar al fútbol peruano?

Una de las razones por la cual cada cierto tiempo un nuevo hecho de violencia se repite en el fútbol peruano (la contadora María Paola Vargas en el 2009, Walter Oyarce en el 2011, ahora Bryan Huamanlazo) es que las soluciones que se plantean parten de un profundo desconocimiento del fenómeno de la violencia en los estadios.

Creo que los argumentos que postula El Comercio en su editorial de hoy, más allá de sus buenas intenciones, cojean de ese mismo pie. Y se basan en algunas inexactitudes.

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Fuente: Elcomercio.com

Primero dice:

la delincuencia actúa mucho más en los espacios públicos que en el interior de nuestras casas porque estas tienen un dueño interesado en invertir para ponerles cercos, muros, perros, alarmas y demás sistemas de seguridad

Luego cita el ejemplo inglés:

Un ejemplo emblemático es el de la Inglaterra de los ochenta, donde todos los clubes estaban quebrados y los ‘hooligans’ asolaban las ciudades. Entonces el Manchester United y otros equipos se convirtieron en sociedades anónimas y, en buena medida gracias a las decisiones que comenzaron a implantar hicieron desaparecer la barbarie del fútbol inglés.

En ambos casos, se asume que la responsabilidad recae mayoritariamente sobre los clubes y que estos, cuando estén en manos privadas, serán los llamados a pacificar nuestro fútbol. El argumento es que la delincuencia se mueve con mayor facilidad en los espacios públicos. Es decir, es más fácil levantarse una cartera en la Plaza Dos de Mayo que en el Jockey Plaza.

El fenómeno del hooliganismo es una materia que en Inglaterra se estudia en las facultades de sociología de sus universidades. La literatura al respecto es abundante y es un tema que amerita constante debate. En ese sentido, tratar de explicar el flagelo de las barras bravas en el Perú exclusivamente en función a la naturaleza jurídica o patrimonial de los clubes puede pecar de aventurado.

 

Hooligans Sociedad Anónima

La editorial incurre en el error de decir que los clubes ingleses se convirtieron en sociedades anónimas en la década de los ochenta. Una rápida revisión de los cinco clubes más poderosos de la Premier League (y cuyos hinchas en uno u otro momento han estado entre los más violentos de la isla) nos dice lo siguiente: Manchester United es una compañía de responsabilidad limitada, es decir privada, desde 1892; Liverpool lo es también desde 1892; Arsenal desde 1893; Manchester City desde 1894. Lo mismo sucede con Chelsea (1905), que lleva más de un siglo en manos privadas.

Solo por citar un par de ejemplos, cuando en 1985, 39 hinchas de la Juventus murieron en la tragedia de Heysel, durante el pico de la violencia hooliganista, el Liverpool tenía 93 años como empresa privada. Cuando los hinchas de Millwall invadieron la cancha de Luton, aquel era un club pequeño de Londres cuya propiedad era, you guessed right, privada.

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Cuando estos señores jugaban en 1892, ya el Manchester United (Entonces llamado Newton Heath) era sociedad anónima. Fuente: wikipedia

Más jaulas para los animales

Otra concepción equivocada en el texto referido es que los “cercos, muros, perros, alarmas y demás sistemas de seguridad” son otras de las bondades de la propiedad privada que ayudarán a solucionar el problema. ¿Cómo se explica entonces que desde principios de los noventa las cercas y enmallados fueron retirados de los estadios británicos? Colin Shindler, autor del entretenido libro “Manchester United arruinó mi vida”, lo resume mejor que nadie: “Encierra a un grupo de gente en jaulas y verás cómo se comportan como animales”.

Creemos, como El Comercio, que para emprender la pacificación de nuestro fútbol debemos mirarnos en el espejo inglés. Pero como señalamos en un post anterior, esto va de la mano de una decisión política y la implementación de medidas legislativas, presupuestarias, y policiales específicas. Trabajo de inteligencia, por ejemplo, que permita detectar cosas tan simples como el anuncio en redes sociales de una bronca de la que estaban enterados hasta los vendedores de “chifa aeropuerto” en las inmediaciones del Monumental.

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«Enciérralos en jaulas y se portarán como animales» Fuente: EFE

Nuestras propias fisuras

Evidentemente, la experiencia inglesa es una guía útil pero no debemos desatender las particularidades de nuestra realidad. Eric Dunning, profesor emérito de Sociología del Deporte en la Universidad de Leicester y autor de varios libros sobre el tema de la violencia en el fútbol, advierte sobre el peligro de aplicar una receta única al problema:

Es razonable plantear la hipótesis de que el problema es alimentado por, entre otras cosas, lo que uno podría llamar las «fisuras o líneas de falla» de determinados países. En Inglaterra, pueden ser las desigualdades regionales y sociales, en Escocia e Irlanda del Norte, el sectarismo religioso, en España, los sub-nacionalismos lingüísticos de los catalanes, castellanos, gallegos y vascos, en Italia, tal vez la división entre el Norte y el Sur (…)

Nuestra particular solución al virus de las barras bravas, tendría entonces que tener en cuenta nuestras propias fisuras como país. Vidas como la de Oyarce o Huamanlazo no se van a salvar con un simple trámite ante la SUNARP y las letras S.A. al lado del nombre del club.